Unos de los primeros aventureros

Felisa e Ignacio Álvarez-Inclán
Barcelona, finales del S.XIX

Se habían convertido en unos auténticos señores, con elegantes y lujosas ropas, y decidieron tomar una instantánea para enviar a su familia antes de embarcar en Barcelona con destino a su residencia en Cuba. Atrás quedaban unos maravillosos días visitando a su familia en Santolaya. Conseguir cerrar el equipaje de Felisa había supuesto un gran esfuerzo para su sobrino Falo, un mozo fortachón, que tuvo que sentarse sobre aquel enorme baúl para echarle el anclaje. Durante mucho tiempo no se habló de otra cosa, en aquel pueblo asturiano, que no fuera de los impresionantes vestidos, zapatos, abanicos y guantes que llenaban los baúles de la tía Felisa. 
 Los hermanos de casa Inclán, Ignacio y Felisa, ya nada tenían que ver con aquellos jóvenes aldeanos que habían partido veinte años atrás, en 1870, hacia Cuba. Por aquel entonces, nada ni nadie les unía a aquella isla caribeña ,pero Ignacio había sentido el impulso de dejar atrás la Santolaya rural de mediados del S.XIX , en la que había nacido, y probar suerte al otro lado del océano. No le había ido nada mal y el éxito le sonrió enseguida.  Poco tiempo después, su hermana Felisa, moza joven, soltera y con un hijo pequeño, decidió tomar un barco ella sola, algo insólito para la época, y unirse a su hermano en la isla.
Sus viajes a su tierra natal fueron numerosos, sin embargo, a ambos la muerte les sobrevino al otro lado del océano  donde reposan sus restos.

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